Es
quizás, la pregunta más difícil que pudiese responder un ser humano que, aunque
interesado en los procesos médicos y toda la ciencia que se rige detrás de
estos, apenas comienza un camino que promete ser bastante extenso, y que, exige
de nuestra parte, mediar con nuestro carácter humilde para afirmar que, aunque
estamos en un proceso de formación, nuestro conocimiento acerca de experiencias
y vivencias ¨en el campo de batalla¨ es nulo, y que cualquier base que
fundamente nuestra respuesta, estaría cernida a conjeturas subjetivas que nada
influyen como un oráculo en lo que será nuestro futuro como médicos. A pesar de
esto, es innegable el conocimiento que debemos tener a cerca de los estigmas
sociales que rigen la problemática en salud, frente a la inequidad social y
política, y como primera instancia de discusión: la falta de humanismo y de
voluntad para SER, que rige hoy en día el sistema médico, y que llegado el
momento, será el legado que tendremos que afrontar, en pro de promoverlo aún
más tal como es, o de darle un punto de giro, que vuelva inmersos tanto a los
médicos, como a la población en general hacia un cambio para obtener mejores resultados.
Al
vivir un proceso de formación en salud, nos vamos dando cuenta de el alto grado
de dedicación que exige nuestra carrera, no solo basándonos en cuestiones
académicas, sino también en el fundamento para cumplir con las expectativas que
nos proponemos; nos damos cuenta que el esmero y la dedicación entregadas no
son más que un abono que se suma a una larga pila de responsabilidad futura, de
la que poco tenemos conciencia en estos momentos, pero que, a medida que
avancemos, iremos dilucidando con mayor carácter: habremos llegado entonces, a
vernos a través del espejo de un paciente, a reconocernos, unísonos y perpetuos
en nuestra humanidad, que aún negada social y políticamente, ahí está,
aguardando una postura autónoma y de voluntad para servir y ser de herramienta
para una sociedad que necesita un camino para reencontrar su equilibrio.
Pero
el llegar a esto, es un poco utópico y quizás un facilismo mediado por las
fantasías e ilusiones de jóvenes que asumen la postura de un Tiresias, y se
embarrancan en un futuro careciente de firmeza y objetividad; no se confundan,
no digo que aquella utopía no pudiese llegarse a completar, o al menos, a
buscarse en pro de un mejoramiento integral, pero es un trabajo que debe sedimentarse desde
sus raíces: los futuros médicos debemos reinventar los propósitos de la salud, debemos
reconstruir un sentido de humildad, dejar de sesgarnos por la idea de que somos
¨dueños de un conocimiento complejo¨ y que somos privilegiados por ello, para que
así, la misma sociedad que tanto requiere de nuestro apoyo, sea la que se
sienta privilegiada de poder confiar en una clase de resguardo y sientan
gratitud hacia las posturas y decisiones que se tomen en el consultorio.
La
postura de lo que significa ser médico en la actualidad, va ligada a las
propuestas de reinvención que generemos como participes de un proceso de
formación médico, aún sin conocer a ciencia cierta lo que encontraremos en
nuestras futuras experiencias, la progresión y el avance que se puede fomentar,
debe radicar en nuestro ideal de estudiar, no por una calificación o por un
reconocimiento, sino por la convicción de que recibiremos un legado, y ese en
ese legado reside la sociedad, con sus estereotipos establecidos y sus
paradigmas actuales; seamos quienes procuren romper esas limitantes que solo
proponen a la sociedad desconfianza, y movilicemos nuestro espíritu hacia la
humildad del conocer, y al asumir que es a nuestro reflejo humano al que le
hablaremos una vez entremos en consulta.